Un micrófono en la sala


Un ambiente a media luz, espacios oscuros acompañados de haces amarillos que iluminan, invaden y alteran las tinieblas intencionales que tratan de crear el momento. Es la sala de una casa, sin muebles, vacía, y que funge de escenario improvisado para un grupo que se oculta entre las sombras.


Un micrófono cuelga del techo, está muy alto, tal vez sea para grabar la acústica, pienso. Una guitarra grave rasga el silencio en aquella oscuridad. Una batería empieza a retumbar las paredes y algunas luces se encienden. De pronto, directamente al micrófono, una luz ilumina y una mano aparece para halar de él. Empieza una canción y otras luces empiezan a alumbrar el otro extremo de la sala. Ahí, unas cuantas cabezas y otras tantas manos pelean contra la oscuridad para mostrarse. La voz empieza a cantar acompañada de un bajo cómplice. No sé en qué lugar de aquel ambiente me encuentro, al parecer soy un miembro más de la banda, no sé si músico o plomo, pero no me encuentro del lado de los que se pelean contra la oscuridad. 


La música se detiene, las luces se vuelven a apagar y el micrófono solitario en el techo es el único iluminado. Nuevamente aparece una mano para halar de él, esta vez era mi mano, y sorprendentemente el inicio de una melodía me invita a cantar. No tengo voz, está ahogada por la impresión, siento una mano en mi hombro que intenta darme confianza. Volteo y el dueño de esa mano ya no estaba. Intento cantar otra vez y en el extremo de la sala, y mezclado entre esas cuantas cabezas y manos levantadas, luces dispersas alumbran ese espacio y ahí está él. Sosegadamente, tratando de eliminar la tensión, su mirada se convierte en aquella mano que hace unos momentos estuvo en mi hombro y mi voz empieza a cantar.

Esa sala era la sala de mi casa. Esa banda era GAIA. Estaban en mi casa y "Apolo" suena en  high definition mientras algunos invitados disfrutaban y los vecinos descubrían. Luego Mike desaparece y estoy yo frente al micrófono, sin saber qué hacer. Empieza "Sobrepeso" y la guitarra sigue la melodía sin encontrar la voz que la acompañe. Miro a Mike que está mezclado entre los invitados y su mirada me dice que cante. La guitarra sigue sonando sin encontrar respuesta. Finalmente me atrevo y termino cantando esa canción, en la sala de mi casa. 

¿Será tal vez la conversación que tuve en la tarde con mi hija sobre el canto, mi voz y las canciones de GAIA? ¿Será tal vez que mi subconsciente está esperando otro concierto de la banda? O tal vez, no debí comer tanta porquería antes de dormir.

Lo que sí está claro es que ya han pasado muchas semanas sin saber de alguna próxima presentación de la banda y creo que ya toca. Así que muchachos, creo que no soy el único que los está esperando.

R'n'F'R'!!!

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