Mi año con GAIA


Qué difícil es estar frente a una hoja en blanco y no saber por dónde empezar. Qué difícil es querer plasmar solo en un post lo maravilloso que fue este año para mí musicalmente. Qué difícil es, en un par de horas, mostrar cómo una emoción dormida por varios años sale a la luz y descubre que no está sola.

Primer vaso de Coca Cola helada y primer pucho en esta soledad endosada por estas fiestas de fin de año que me han alejado de mi mayor inspiración. El olor a ruda y aguas de florecimiento de algún vecino con vocación de chamán, entran por la ventana de mi casa y solo la música de GAIA empieza a dominar mis sentidos. Mi año con GAIA ha sido muy corto, no tanto como el tiempo que vengo siguiendo descastadamente a esta banda, que recién a mitad de año, logro descubrir en este mar inmenso llamado red social y que me hizo estar 24/7 pegado a ella.

Navegando, buscando nueva música y novedades de mis grupos favoritos (iniciaba mi blog y necesitaba la mayor información posible) se me ocurrió sacar de mis empolvados CD’s -víctimas del abandono ocasionado por la vertiginosa manía de descargar música de la red- algunos álbumes de grupos “caletas”, de esos que solo se encuentran sabiendo qué buscar en internet. Uno de esos estaba cubierto por un opacado y rayado plástico (creo que después de ese fugaz encuentro se perdió), era mi querido “Solar de Sara”.

- GAIA! Qué será de ellos - pensé

Es así que encuentro su página en internet y descubro que no es la misma que dejé hace mucho tiempo. ¿Nuevo álbum? No puede ser!!!! Salió hace un mes!!! ¿Presentación del disco? Maldición, me lo perdí. Tienen Facebook!!!! Y es así como caigo en la cuenta de que GAIA había crecido inmensamente.

Lo demás cayó por su propio peso. Seguir cada acontecimiento, cada actualización en su muro se volvió parte de mi rutina diaria. Al menos 2 veces al día, era la dosis necesaria e inicial para adentrarme en este mundo que consciente, o inconscientemente, olvidé.

Recuerdo que luego de escribir mi primer comentario en la página y de leer la respuesta de Gianmarco Costa le comenté a mi esposa con emoción:

“¡¡Me contestó la gente de GAIA!!! Puedes creerlo???” – camino al trabajo
“¿En serio?” – con esa voz tan cagona pero llena de verdad que suele tener
“Son de puta madre. Qué artista te contesta así nomás” – sin salir de la emoción
“Por eso es que son diferentes. Por eso los sigues” – terminó la conversación pero esta vez, con esa voz llena de verdad

Desde ese momento, mis visitas a su página fueron casi acosadoras, esperando saber más, esperando encontrar más. Es así que aparece la primera oportunidad de tener contacto, al fin, con ellos. Era el segundo concierto, luego de la presentación (a la que no fui) del disco “Giroscopios, Coordenadas y la Fábrica de las Nubes” en La Noche de Barranco. Desde que salió esa noticia, todos los días martiricé a mi esposa con las canciones de GAIA en el auto, tanto así que logré que le gustaran algunas. Tanto así que, sin querer, iba naciendo un nuevo fan muy escondido en el asiento de atrás. Llegó el día que tanto había esperado, el deseo y emoción contenidos durante largos años llegaban finalmente a encontrarse con aquella banda que había hecho saltar a una vieja y adorable señora durante sus sesiones culinarias, mientras el nieto ponía a todo volumen “La Nueva” cada vez que sonaba en MTV. Aquella banda que le daba un motivo más a mi abuelo, para renegar pidiendo que saque a esos “locos bulleros”.

Esa noche fue realmente indescriptible, fue “La noche de La Noche” y fue la noche en la que decidí realmente que esto no debería quedar acá. GAIA tiene que masificarse. Es una banda que tiene todo lo necesario para estar en “Otro Level”.

Vinieron más conciertos, y mi vida empezó a girar en torno a GAIA. Comía y respiraba GAIA. Comentaba con todos sobre esta banda, en el trabajo, con los amigos, con aquellos que sabía, podrían quedar fascinados con su música. Y creo que aporté, al menos, ese granito de arena como muchos que ahora me acompañan en este gran viaje que tiene como objetivo que GAIA vaya más allá, que traspase fronteras y demuestre que en el Perú, existe buen rock.

Y es en este gran viaje que encuentro en el camino a amigos, hermanos, que están dispuestos a cumplir ese objetivo. Es aquella Órbita que poco a poco se está haciendo notar, que se empieza a organizar, que empieza a compartir, que ama y siente la música de GAIA y cual fiel escudero pone el pecho y la voz para hacerse escuchar.

Puedo decir muy orgulloso que este año estuve presente en todas las presentaciones de la banda, muchas veces solo, cuando en realidad no era así. Y puedo decir aun con mayor orgullo que GAIA está en mi ADN, pues aquel ser escondido en el asiento de atrás se convirtió “en una persona más en esta Órbita” e hizo que tuviera un diciembre espectacular. Si tuviera que destacar cuál fue el mejor momento de este año que se va, puedo decir sin dudas que el 17 de diciembre fue ese momento. Estar con mi hija en el último concierto del año y verla cantar, saltar, quedarse sin palabras al estar frente a Mike, y sentir esa emoción que siento yo antes y después de cada concierto, cierra este año de una manera increíble.

GAIA ha logrado en mí, lo que ninguna otra banda ha logrado. Ser el motivo de inspiración de este blog y ser actor importante en cada etapa de mi vida, cómplice de situaciones vividas y que vendrán, estar inscrito en mi ADN musical de tal manera que sus letras calen tan hondo, que expliquen momentos, que muestren verdades, que sean todo.

Gracias GAIA por darnos un año rico en música y en emociones. Sé que el año que inicia seguirá mostrándonos a una banda que seguirá creciendo y a una comunidad que estará presente en todo momento.

Segundo vaso de Coca Cola, ya no tan helada, y tercer pucho en esta soledad que sirvió para resumir este año con GAIA. “Escarlata” como fondo sirven para dar fin a este post, el último del año; y que tiene en su epílogo, el prólogo de lo que será mi 2012 y mis 33 años.


R'n'F'R'!!!!




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