Sábado accidentado sin víctimas que lamentar

"De las pasiones que nos mueven podemos golpearnos muchas veces con situaciones que nos dicen que en el fondo algo no está bien"

Sábado 3 de marzo, día complicado. Desde la mañana que desperté y escuché los gritos de mi mujer regañando a Maria Fe porque no quería peinarse, algo ya me decía que no sería un buen día. Los gritos con efecto olímpico llegan a mi cuarto y me tocan también a mí pidiendo levantarme. Días previos dejando mensajes entre líneas de que aquél sábado en la tarde estaría ausente, no sirvieron de mucho para evitar la bronca obvia por sacrificar un sábado con ellas. Las miradas inquisidoras cargándome de culpa no pudieron convencerme, pero sí lograron que me fuera con cargo de consciencia. La despedida con los últimos intentos no lograron su objetivo, salí raudo a las casi cuatro de la tarde. Se presentaba GAIA en un concierto con un horario caprichoso que tendría como acompañantes a otras 3 bandas (2 desconocidas para mí): Kendall, Camaro y Difonía. El epicentro? Los Olivos.

25 kilómetros desde mi casa no serían suficientes para dejar de ver y escuchar a mi banda. Llegué con el corazón en la mano, y no por la angustia de llegar a tiempo, sino porque unas cuadras antes de llegar al local, mi auto muy antojadizo, me hizo pensar seriamente que ya es momento de cambiarlo. Frente a Metro, en plena Panamericana Norte, decido entrar a la auxiliar para luego voltear en U y llegar al Tequendama. Como es característico de nuestra variopinta cultura combi, un salvaje me cierra y me obliga a frenar, pero oh sorpresa! mi carro no quiso frenar, en un segundo vi los rostros de mi mujer y mi hija en el parque de la vuelta de mi casa despidiéndose de mí, vuelvo a la realidad en décimas de segundos que parecieron minutos, y me veo con los brazos rígidos en el volante y vuelvo a pisar el freno. Pasó el susto, pero apareció la preocupación: cómo regreso a mi casa. 

Ya acercándome al Tequendama veo que justo llegaba también el bus con los afortunados que acompañaron a GAIA y Cia. Dejo mi carro esperando encontrarlo al salir, y me olvido de todo cuando veo que parte de la Órbita baja del bus, entramos juntos al local y solo queda disfrutar. Mientras subo las escaleras que nos llevarán al punto de encuentro, me parece escuchar los gritos de una chica escapando de lo que podría ser una violación, aligero el paso con preocupación e ingreso raudo al local pensando encontrar lo peor. No, no era una chica felizmente. Era Kendall, una banda de chiquillos que no suenan mal, pero que me recuerda mucho a Lostprophets, que no es una mala banda. Cuando imitamos el estilo, la voz y hasta la forma de moverse en el escenario, ya no convence. Llegué solo a escuchar un par de canciones y fueron más que suficientes.

Kendall, acompañado en la batería por uno de los Súper Amigos: Jorge Zuloaga

Termina Kendall y la Órbita empieza a juntarse. Coordinando una próxima reunión, comentando sobre Kendall, discutiendo sobre Difonía, esperando a Camaro. Veo a los GAIA en una esquina y decido acercarme para tomarme una foto, foto que sabía no podría tomarme al final. Ya lo entenderán luego de esta conversación:

- Hola chicos... - el saludo respectivo a la banda
- Capitales!!! - un muy contento Mike
- Quería pedirles un favor: Dudo mucho que me quede hasta el final porque me metí LA bronca con mi mujer, así que no sé si podrían tomarse una foto conmigo.
- Yo también me meché con mi mujer!!! - suelta Mike
- Estamos en las mismas - acompaña PQT
La Roja acompaña la escena y se rie porque aún no descubre (afortunado él) de estos temas domésticos. Esta escena se convierte en uno de mis Momentos GAIA que me vuelven a mostrar a una banda tan cercana, tan terrestre, sin poses de estrella, sin aires de ídolo.

Genios totales

Los dejo con sus temas, y regreso a buscar el lugar estratégico para disfrutar del concierto - al menos eso pensé-. Sale Camaro y empieza a prender el ambiente con 2.0, un ambiente que de por sí ya estaba encendido porque no tenían ni un puto ventilador. El calor, los humores, el sudor y el aire enrarecido lograron desconcentrarme en varios pasajes del concierto, pero supuse que era la cuota de sacrificio. Todo estuvo bien y soportable, hasta que un infeliz (porque no encuentro mejor adjetivo para describirlo) muy astutamente decidió sacarse el polo, presa del asfixiante calor. Todo estuvo bien y soportable, hasta que aquel infeliz terminó a mi lado, embarrándome su sudor. Todo estuvo bien y soportable, hasta que aquel infeliz, empezó a trepar la barra que dividía el escenario y alucinaba estar en Woodstock. Todo estuvo bien y soportable, hasta que terminé tragándome una gota de su sudor mientras cantaba "Amanecer" ya que aquel salvaje movía la melena esparciendo sus fluidos corporales. Todos son libres de disfrutar y vivir los conciertos como les da la gana, pero hay una verdad absoluta que siempre trato de respetar: tu libertad termina donde empiezan la de los demás. Creo que el susodicho no la conocía. Luego de NO disfrutar el concierto de Camaro gracias a aquel personaje decidimos cerrarle el paso aprovechando su abrupta desaparición, supongo para comprarse una toalla de playa para secar todo ese sudor. 

El gran Diego Ferreyra dejando todo en el escenario

En esos momentos no saben cuánto deseé que Venom, el Duende Verde, Dr. Octopus y toda esa mancha estuvieran en el concierto

Hace su ingreso Difonía, luego de una larga espera, miro mi reloj y se va acortando el tiempo para poder escuchar a GAIA -cual Cenicienta tenía permiso solo hasta las 9, si no quería terminar durmiendo en el mueble, en el mejor de los casos-. Pasadas las seis, Difonía se planta en el escenario y hace retumbar el Tequendama: buenos riffs, buena voz la del vocalista, un bajo espectacular, la batería... sus toques. Debo reconocer públicamente, y me disculpo con Ricardo Mendez (vocalista de Difonía), a quien tuve al frente en toda la presentación, que no me sabía ninguna de las letras, solo había escuchado una canción y solo me percaté de la música, así que en ese momento era cualquier hijo del vecino frente al líder de la banda, sin saber qué cantar. Solo atiné a dar pequeños y temerosos bangings pues la mirada de Ricardo esperando siquiera un coro, me comprometía. El poder de esta banda es increíble, la fuerza que contagió en el público fue tal, que en uno de los pasajes del concierto luego de haber sido maltratado por el pogo que sentía detrás mío, logro ver que a unas cuantas personas de distancia se había abierto un espacio. - Gente pogueando - pensé. Trato de ubicar el alboroto y solo logro ver a una flaca en trance, golpeando, serpenteando y saltando. Ella era el pogo. Difonía en su máxima expresión.

Ricardo Mendez, vocalista de Difonía, retumbando el Tequendama
El carismático Charlie Parra, mostrando su talento. El más asediado por las chicas

Luego de una accidentada tarde noche, llega GAIA, al fin. Coordinaciones más, coordinaciones menos, ingresa Hans Menacho, quien ese día tenía la gran responsabilidad en la batería. Demasiada morisqueta para tan poco. Saca esto, pon aquello, llévate esto, tráeme lo otro, al pobre asistente le faltaron manos. Luego de toda la parafernalia y de tratar de cuadrar todo con Keneth Quiroz, llegan los demás. La Órbita despierta al ver ingresar a La Roja con nuestro polo y el inicio con Apolo es espectacular. Mientras van pasando las canciones voy notando que la batería suena muy fuerte, la guitarra de La Roja suena poco, el bajo de PQT también; la voz de Mike, casi nada. "Langosta" no sonó bien, "Clon" menos, el riff magistral de "Rutera" ni se sintió. Cambios de guitarra e idas y venidas de Mike tampoco lograron ser solución. De un setlist de 13 canciones, no lograron cantar todas. No fue uno de los mejores conciertos, lamento reconocerlo. pero sí fue uno de los mejores públicos. Todos la vivieron y la rompieron. Al final, y luego de solucionar el problema del audio, GAIA vuelve a entrar al escenario y nos regala "Escarlata" para cerrar.

La Roja llevando con orgullo el polo de la Órbita. Un fan más

Efectivamente, al final de la jornada, descubrimos que algo no estaba bien, y creo que era el local. Es una humilde percepción, los comentarios concienzudos se los dejo a los conocedores. El Tequendama no es un local para GAIA, el audio les jugó una mala pasada y no les permitió brindarnos la calidad a las que nos tienen acostumbrados. En líneas generales, fue una experiencia singular, como todas. GAIA siempre será GAIA donde vaya. Ahora nos toca esperar a saber cuál será el próximo local para el concierto del próximo 3 de abril. De momento, Huancayo calentará su invierno con "La Nueva" y "Dispara" este 21 de abril. Nosotros, iremos preparando maletas para el inicio de la gran gira sudamericana que inicia en mayo en Chile donde GAIA dará lecciones de buen rock, donde inicia el despegue que tanto se hizo esperar.  

Esta imagen no podría describir mejor lo accidentado del concierto

Salgo del Tequendama pensando en cómo llegaré a casa, pensando si llegaré. Luego de 40 minutos de viaje, a 60 km/h y con la mano derecha en el freno de mano esperando lo peor, llego a casa con el polo hecho mierda gracias a aquel infeliz y pensando nuevamente que ya es momento de cambiar a mi fiel compañero de aventuras.

R'n'F'R'!!!!!


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