TOUR AMERICAN ROCKERS. Día 2
Una noche que parecía de pechos fríos, terminó convertida en una andanada de gente vibrando en sus mesas, dejando a un lado la pésima comida del Hard Rock, para disfrutar de un espectáculo lleno de energía y entrega.
El ambiente de jueves en la noche, el "after office" que no es más que la intención de robarle horas al día para hacer la semana más llevadera, hace del Hard Rock el mejor lugar para botar la mierda del día a día y GAIA, junto a AIKEN, serían los cómplices perfectos.
Unos piqueos horrendos adornan mi mesa, y cada esquina se encuentra custodiada por aquellos que hidalgamente esperan que inicie el concierto. Hace su ingreso AIKEN quienes con una energía ajena al local, deja a los comensales con el bocado en el aire y los obliga a soltarlo para contagiarse de aquella energía, energía que no paró nunca y que demostró que en Chile se hace buena música y buen rock. José (vocalista de la banda), un canchero frontman, se da un respiro para agradecer al público limeño y hablar de lo maravillosa que puede ser nuestra comida (obviamente no comió en el Hard Rock, felizmente). AIKEN es una banda con una vibra súper positiva que no solo se ve reflejada en sus letras, sino en la actitud de cada uno de sus integrantes. Desde el baterista que es un MAESTRO hasta el segundo guitarrista de lacónico andar que se transforma en el escenario con cada riff.
Cada una de las canciones sirven para que cada uno de los integrantes haga gala de su talento. Pablo (bajista y segunda voz) se apodera del escenario en los coros y pone la pausa para incluir al público y hacerlo parte de cada canción. Observo el ambiente y ya no es el mismo. Nadie come, todos aprecian, todos escuchan, disfrutan y veo algunas cabezas asentando. AIKEN se despide. Una bandaza llegó al Hard Rock y los asistentes quedaron más que convencidos.
No terminamos de sorprendernos aún de la potencia de AIKEN y ya tenemos a GAIA en el escenario con la misma energía a la que nos tiene acostumbrados. Sin embargo, esta noche tuvo sorpresas. "Escarlata", esa especie de homenaje personal para aquella imagen paterna que tuve y que se fue después de una larga batalla que finalmente perdió, termina con contundencia, con más fuerza que al inicio, y solo nos queda aplaudir. "Tourette y Estocolmo", la canción corta venas de GAIA, se convierte al final en descontrol y liberación. Ambas canciones son el reflejo de lo que fue GAIA esa noche. Un tornado que arrasó con el Hard Rock e hizo que finalmente todos acabemos de pie.
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